— Normalmente, todo tiene un lado
sencillo y otro complicado. Solemos
ir por el complicado.
— ¿Y eso por qué?
— Porque nos gusta darle
emoción a la vida. Si todo fuera
fácil, no apreciaríamos lo que cuesta
conseguir llegar a la meta. Los
caminos casi siempre son rectos, y
hasta tienen atajos, pero los humanos
tendemos a encararlos por donde más
dificultades haya.
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