Más que otras cosas, a ella lo que le molestaba era la doblez, la hipocresía, la mala fe. Sentía un gran deseo de lealtad.
Decía que si un hombre la pretendía, y ella viera que la quería de verdad, se iría con él, fuera rico o pobre, soltero o casado.
Tal afirmación parecía una monstruosidad, una indecencia.
Cada cual debe hacer lo que quiera- decía- Viviría con ilusión y con entusiasmo mientras durase, pues eso no me lo quitaba nadie.
-¿Y luego?...
-Luego seguiría trabajando como ahora, o me envenenaría.
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domingo, 23 de febrero de 2014
Sentir, amar, vivir.
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